Carla y locura

La ciudad, sus olores, sus colores. El olor de la gente, olor que muta con el paso del tiempo, parece que se está en un constante proceso de descomposición. Como si la muerte viniera tan sólo a concluir el proceso biológico.
Que agotada está la ciudad; que cansados los niños, que miserables los adultos.
Entre todos ellos, un rasguño en el vidrio de la cocina llama la atención de Carla. Un curioso rasguño junto al lavaplatos distrae su atención en lo que lava, no tiene gatos ni perros, ninguna mascota; pero sin embargo hay un rasguño en el vidrio.
Carla nació con un don, o una maldición, todo depende del punto de vista con el que se interprete su característica. Ahora tiene veintiún años, pero desde que tiene diez años ha podido ver cosas que la mayoría de las personas no ven, una mezcla de horror, curiosidad y misterio embarga su mente cada vez que debe enfrentarse a estas cosas.
Son las tan mencionadas apariciones, los seres de las películas hechas para resaltar la adrenalina de los hombres mediante el miedo, seres fantásticos que invaden al espectador cuando se funde en el sillón de la sala de cine, criaturas con colmillos, ojos rojos, lo que se imaginen…ahora visualícenlo y recréenlo frente a ustedes. Eso es lo que Carla ve constantemente. ¿Esquizofrenia? Es lo que pensaron sus padres, amigos, profesores, tíos, y el resto de la gente que puede rodear a otro. Eso dijeron los médicos, los psicólogos y psiquiatras. Pero hubo alguien entre los últimos, que insertó la duda: “si no son objetos de la experiencia, entonces no existen…éste no es el caso”. Si Carla los ve, entonces son objetos de su experiencia y por lo tanto, ¿está loca?
“Mi querido Edward, deseo tanto verte una vez más. Sé que debes irte, sé que debes volver a la colonia, pero quiero estar junto a ti aunque sea por una vez más.
Siempre tuya
Carla”
¿Los sentimientos humanos determinan acaso nuestra locura?, Edward es un vampiro, Carla es humana. ¿Alguien más ve a Edward? De todas formas que importa, aunque Edward fuera humano nadie más lo vería, puesto que el amor de Carla es sólo de ella. ¿Ayudaría esto a mirar de otra forma a las personas cuando decimos que están locas? Ya lo veremos.